Dicen que cuando se es libre de mente y corazón, se puede transformar, creer y crear cualquier cosa. Después de diferentes capítulos que ocurrieron en nuestras vidas, nos reunimos por casualidad y planeamos un viaje. Teníamos todo y nada pero solo decidimos andar, llegamos al Tayrona y solo caminamos… Hablamos muy poco del tema, solo cosas del momento, que comeríamos, que haríamos, a donde iríamos. Nos reímos recordando cualquier momento de nuestras vidas. Finalmente después de caminar 4 horas llegamos, nos instalamos y fuimos a sentarnos en la playa a ver el atardecer hasta que llego la noche. Estuvimos callados, reflexionamos, era como si cada uno estuviera consigo mismo.
Estuvimos 5 días, disfrutamos de cada momento, jugamos, tomamos, comimos, exploramos. Fue una escape diferente, nos podíamos quedar allá pero todos teníamos un plan B para lo que estaba sucediendo. Llegamos a Medellín y cada uno en lo suyo. Chateabamos de vez en cuando hasta que uno de nosotros cito para ir a comer.
Él tenía una muy buena idea, la hablamos, la aterrizamos, es algo que queríamos hacer hace mucho. Nos parecía increíble hacer lo que nos gustaba y lo que más sabíamos hacer, era como si la propia idea nos necesitaba.
Estábamos con mucho entusiasmo, reunimos varias ideas y sacamos el nombre, empezamos desde la casa.
Cuando podemos viajamos, cuando queremos descansar lo hacemos pero nunca le hemos quedado mal a un cliente, trabajamos muy informal, reforzamos todo con creatividad y emotividad. Sabemos que trabajamos con personas como nosotros y nos emociona que el cliente se arriesgue a lo nuevo, al cambio. Por qué fue así, que llegamos hasta acá, arriesgándonos a pensar diferente, a ver que las cosas pueden cambiar y siempre con la mejor energía.
Por eso siempre he dicho, no todo es trabajo, no todo es diversión, no todo es todo. Hay que equilibrar nuestra vida y si es necesario pegarnos un escape para reflexionar hay que hacerlo, así sea a la esquina.